Cuando se cumplen 700 años del acuerdo de reconstrucción de la ciudad de la Navarrería de Pamplona, el Archivo Real y General de Navarra dedica su microexposición de junio a recordar dicha efeméride con la exhibición de varios documentos que custodia relacionados con dicho acontecimiento.
En junio de 1324, hace ahora 700 años, desde París, el rey Carlos I de Navarra (también de Francia), sancionaba el acuerdo de reconstrucción de la ciudad de la Navarrería suscrito cinco años antes por su hermano y predecesor, Felipe II el Largo, y el obispo de Pamplona.
La Navarrería, la “ciudad” heredera de la urbe romana, había sido arrasada en 1276 por el ejército francés que había acudido en socorro del gobernador de Navarra y de los burgueses francos de San Cernin y San Nicolás. Durante casi medio siglo, solo había seguido en pie la catedral románica y un puñado de edificios religiosos. Tras varios intentos fallidos, en 1319 el rey, el obispo y el cabildo de Pamplona habían llegado a un acuerdo: los eclesiásticos entregaban el señorío de la ciudad al rey –sólo se reservaban sus casas y heredades propias– y el monarca a cambio permitiría la reconstrucción de la Navarrería.
Los trabajos habían comenzado ya en 1321. Los comisarios nombrados por el gobernador –el rector de Baigorri y Pedro López de Tajonar– dirigieron las tareas prácticas. Estas se iniciaron la última semana del mes de agosto con la delimitación de los barrios y calles, y finalmente de las parcelas donde se levantarían las casas. Señalados con estacas de madera, unos medidores establecieron hasta una docena de barrios o “vicos”. El trazado de esta nueva trama urbana borró completamente la que había antes de la destrucción de la Navarrería. La parcela-tipo medía 12 codos de frente por 60 de fondo, es decir, tenía una superficie de alrededor de 190 m2. Éstas se otorgaron a los nuevos pobladores a cambio de un censo anual que oscilaba entre los 6 y 2 dineros por codo cuadrado (0,26 m2) según La calidad de la calle. Por ejemplo, la rúa Mayor, que unía la catedral con los burgos francos, fue la más selecta y allí levantaron sus casas los más ricos. El extremo noreste de la Navarrería se reservó para el barrio judío.
Tres años después llegó la sanción real que ahora conmemoramos. Para impulsar la repoblación, el rey otorgó a los nuevos pobladores las leyes contenidas en el fuero de Jaca. También dotaba a la Navarrería de un gobierno local integrado por un alcalde y doce jurados, y de un mercado todos los sábados y dos ferias, una en marzo y otra en junio. El rey se reservaba para sí el barrio judío (judería), el almacén de granos (chapitel), y la explotación de carnicerías, baños, hornos y establos. A lo largo de los años siguientes, fueron levantando sus casas los nuevos vecinos, la mayoría de los cuales –como mostraban sus apellidos– procedían de los valles y cendeas de la Cuenca de Pamplona.
Aunque en la sanción real también encomendaba a los habitantes de la Navarrería costear la nueva muralla, lo cierto es que cuatro décadas después la “ciudad” estaba aún sin cerco fortificado. Así pues, fue Carlos II quien en 1366 dio el permiso para construir la muralla. Con ello, la repoblada ciudad de la Navarrería adquirió unos perfiles urbanos y jurídicos que perdurarían más allá de la unión de los burgos decretada en 1423.
Acceso libre y gratuito.
Lugar: Galería Baja
Horario: Todos los días de 10:00h. a 14:00h. y de 17:00h. a 20:00h.