Se conoce como Sitio de Baler al asedio que un destacamento español de poco más de 50 hombres sufrió entre el 30 de junio de 1898 y el 2 de junio de 1899 atrincherado en la iglesia de la población filipina de Baler y cuyos protagonistas son conocidos popularmente como “los últimos de Filipinas”.
Aislados del exterior y sin saber, por tanto, que la guerra hispano-estadounidense por la soberanía sobre Cuba, Puerto Rico y Filipinas ya había acabado, los defensores de Baler, pese a ser muy inferiores en número y soportar duras condiciones de hambre y enfermedad, resistieron durante casi un año los ataques de las fuerzas insurrectas filipinas sitiadoras, rechazando, una y otra vez, los llamamientos a rendirse. Esta singular hazaña, a cuya finalización Emilio Aguinaldo, primer presidente de la República Filipina, dispuso por el llamado Decreto de Tarlac que, en razón de la valentía demostrada, a los resistentes en Baler no se les considerase como prisioneros, sino como amigos, contó con participación navarra. Por ello, al cumplirse el 125º aniversario de la finalización del Sitio de Baler el Archivo Real y General de Navarra (AGN) dedica su microexposición mensual a exhibir algunos de los documentos que custodia relativos a “los últimos de Filipinas” navarros.
Baler era en 1898 una pequeña población de la costa oriental de la isla de Luzón, la mayor del archipiélago filipino, a cuya guarnición fue destinado en febrero de ese año el destacamento del Batallón de Cazadores Expedicionario nº 2 que, poco después, quedaría sitiado en la iglesia del pueblo. A esta unidad militar pertenecía el navarro Julián Galbete Iturmendi, soldado del reemplazo de 1895 por el cupo de Morentin, su localidad natal.
Él es conocido precisamente por ser la primera baja española que hubo en el asedio, falleciendo el 31 de julio de 1898 de una herida de bala enemiga que había recibido en el pecho el día 18 del mismo mes mientras estaba de centinela en la torre del campanario de la iglesia. De acuerdo al relato del padre Minaya, uno de los tres religiosos franciscanos que acompañaron al destacamento español en el asedio, fue el propio Galbete quien, pese a la gravedad de su herida, bajó por sus propios medios y sin reclamar ayuda las escaleras de la torre para dar cuenta a su superior de que había sido herido y no podía seguir en su puesto.
Sin embargo, entre los defensores de Baler hubo otro navarro, José Sanz Veramendi, nacido en Sagüés (Cizur) y soldado también del reemplazo de 1895 por ese cupo municipal.
El hecho de que tanto en el diario del teniente Martín Cerezo, como en el relato del padre Minaya (las dos principales fuentes que existen sobre el asedio), su segundo apellido fuera consignado erróneamente como ‘Meramendi’ en lugar de como Veramendi; así como la circunstancia de tener un hermano llamado José Manuel con el que su nombre era fácilmente confundible, ha ocasionado el que durante más de un siglo la verdadera identidad y el origen navarro de este soldado hayan pasado inadvertidos. Sin embargo, recientes investigaciones históricas, reafirmadas por la propia documentación custodiada en el AGN, han permitido constatar la existencia de este segundo “último de Filipinas” navarro. Tristemente, él también encontraría la muerte durante el sitio, falleciendo el 13 de febrero de 1899 por beriberi, una enfermedad de la que entonces se ignoraba que es causada por la falta de vitamina B1 y que, por ello, era especialmente común en aquellas situaciones o regiones en las que, como en Asia oriental, el arroz blanco es la base de la dieta.
Al igual que pasó con los demás resistentes fallecidos en el asedio (la mayoría por beriberi), los cuerpos de los dos soldados navarros tuvieron que ser enterrados por sus compañeros en la propia iglesia en la que estaban sitiados, el de Julián Galbete en un lateral de la sacristía y el de José Sanz junto al muro exterior oriental del templo. Allí permanecieron hasta que en 1904 los restos fueron exhumados para ser repatriados a España, llegando a Barcelona el 16 de marzo de ese año y siendo finalmente depositados en el Mausoleo de los Héroes de Cuba y Filipinas erigido en el cementerio de Nuestra Señora de la Almudena de Madrid.
Antes del sitio, los dos navarros habían sido distinguidos por su buen desempeño militar con sendas condecoraciones. Después, al haber muerto en acción de guerra y asedio, tanto a los padres de Julián Galbete Iturmendi, como a la madre de José Sanz Veramendi, les fueron concedidas las correspondientes pensiones. A éstas se añadirían en 1908 otras de tipo extraordinario otorgadas por las Cortes mediante ley a todos los supervivientes y familias de fallecidos de la tropa del destacamento de Baler por su heroicidad en el asedio.
Acceso libre y gratuito.
Lugar: Galería Baja
Horario: Todos los días de 10:00h. a 14:00h. y de 17:00h. a 20:00h.