El 29 de noviembre de 1920, día de San Saturnino, fue elegido por el ayuntamiento de la capital navarra para el acto ceremonial de colocación y bendición de la primera piedra del Segundo Ensanche. Con él se daba inicio simbólico a la operación de transformación urbanística más relevante que Pamplona había conocido y que posibilitó su conversión en la moderna ciudad de servicios que hoy constituye. Por ello, al cumplirse 100 años de aquel acontecimiento, el Archivo Real y General de Navarra (AGN) le dedica su microexposición del mes de noviembre.
La situación de Pamplona próxima a la frontera hispanofrancesa, así como las especiales características de su emplazamiento, hicieron que la ciudad tuviera condición de plaza militar hasta bien entrado el siglo XX. A causa de ello, las posibilidades de desarrollo urbano de la capital navarra estuvieron históricamente limitadas por la existencia de la red de fortificaciones militares que, levantada entre los siglos XVI y XVIII, tenían a las murallas y a la Ciudadela como elementos principales. De este modo, a finales del siglo XIX el ayuntamiento pamplonés, viendo las nuevas necesidades de espacio urbano que la ciudad tenía y aprovechando que la construcción del nuevo fuerte militar en la cima del monte San Cristóbal hacía perder operatividad militar real a las viejas fortificaciones del siglo XVI, inició gestiones para el derribo de murallas y la construcción de un ensanche. Tal labor daría como primer fruto el derribo en 1889 de dos de los baluartes de la Ciudadela y la construcción en el terreno dejado libre del Primer Ensanche, tal y como muestra un plano de 1904 que abre la muestra.
Sin embargo, pronto se vio que dicha operación urbanística era insuficiente para la demanda de nuevo espacio urbano que la ciudad tenía. Por ello, en los años siguientes se sucedieron distintos proyectos de construcción de un nuevo ensanche (el ‘segundo’) siendo finalmente aprobado el del arquitecto municipal Serapio Esparza. Este basó su diseño en el derribo del frente sur de las murallas, la construcción de una trama urbana en cuadrícula estructurada en torno a una arteria principal (la después Avenida de Carlos III) y en una decidida intervención para conectar la ciudad vieja y la Plaza del Castillo con el nuevo ensanche. Para esta última acción fue preciso la expropiación de parte del jardín de la Diputación, así como el derribo tanto de la vieja sede del Teatro Gayarre como de la primitiva plaza de toros.
Aprobado el proyecto, el día de San Saturnino de 1920 tuvo lugar el acto simbólico de colocación de la primera piedra dándose inicio poco después a las obras de explanación y construcción del Segundo Ensanche. El proceso constructivo se alargó varias décadas en el tiempo. En una primera fase se completaron las manzanas más próximas al Casco Viejo, en tanto que la construcción de los últimos edificios en el entorno de la Plaza de la Libertad no se completaría hasta 1960. La materialización del Segundo Ensanche, además de dotar a Pamplona del nítido carácter de núcleo urbano moderno que ya no ha perdido, permitió levantar edificios de especial significación para la ciudad. Algunos de ellos, inmuebles ya desaparecidos, como el Cuartel General Diego de León construido en 1930 en la calle Yanguas y Miranda y finalmente derribado en 1971, en tanto que otros, como la sede del Gobierno Civil de Navarra, hoy Delegación del Gobierno en Navarra, sito en la Plaza Merindades, siguen siendo a día de hoy hitos esenciales del paisaje urbano pamplonés.
Acceso libre y gratuito.
Lugar: Galería Baja
Horario: Todos los días de 10:00h. a 14:00h. y de 17:00h. a 20:00h.